Mi historia comienza con mi decisión de comprar un Kia
Carens 2013, modelo Drive. 1.7 y 115 CV
con dos extras: 7 plazas y Navegador.
Resido en Huelva, por lo que voy a ver y probar el coche al
concesionario de mi ciudad, y pido un presupuesto con las características
mencionadas. El presupuesto asciende a poco más de veinte mil setecientos
euros, incluyendo una rebaja especial del concesionario.
Decidido a comprarlo, y sabiendo que el precio puede oscilar
de forma sensible entre distintos concesionarios de una misma firma, opto por
pedir presupuestos vía telefónica a distintos concesionarios.
Llamo a Kia Córdoba (Turiscor) y les doy la información
detallada sobre las características del coche que quiero. Les digo que llamo desde
Huelva y que contacto por si me pudieran ofrecer un precio que me compensara el
desplazamiento a Córdoba para realizar la compra. Me dicen que casualmente
tienen un coche en el concesionario que se ajusta exactamente al modelo y al
equipamiento que busco, y que por ser final de agosto y tener que cumplir con
unos objetivos comerciales me ofrecen un precio especial de 20000 euros, eso
sí, estando obligado a efectuar el pago al día siguiente porque la oferta sólo
podría ser mantenida durante el mes de agosto, que estaba próximo a acabar. Les
contesto que tengo que consultarlo con mi mujer, y quedamos en hablar más
tarde.
Poco tiempo después de la llamada inicial, vuelven a
llamarme diciéndome que se han equivocado, que el modelo que tienen en el
concesionario es el de 135CV y no el de 115CV, y que el precio sería de 1000
euros más. Ante mi negativa a comprar el modelo superior, me dicen que como se
habían comprometido a ofrecerme ese precio, van a mirar a ver si me pueden
encontrar un coche con las características requeridas que esté disponible para
ser entregado la semana siguiente.
Efectivamente, me confirman que pueden facilitarme el coche
a la semana siguiente, e insisten en que el pago ha de ser efectuado al día
siguiente porque la oferta sólo me la pueden mantener en agosto (vuelven a
hacer mención a la necesidad de vender por ajustarse a objetivos comerciales).
Tras repasar las características del coche y de su
equipamiento, les doy el ok para que ejecuten el pedido, comprometiéndome a
realizar el pago al día siguiente.
Tras el acuerdo verbal alcanzado, el comercial del
concesionario Turiscor Córdoba me comenta que para que el coche me pueda ser
entregado la semana siguiente, el navegador me lo montan ellos en el taller,
porque si lo piden con el navegador de fábrica el plazo de entrega se puede
retrasar varios meses. Me asegura que el navegador es el NAVEGADOR
OFICIAL, EXACTAMENTE EL MISMO
que la marca monta en fábrica, que ellos tienen contacto con la distribuidora
que los suministra y que lo montan en el propio taller, por lo que la garantía
es a todos los efectos como si viniera montado de fábrica. Soy especialmente
inquisitivo respecto al tema de la garantía y me aseguran que a todos los efectos el navegador es como si viniera montado de
fábrica, que es simplemente una forma de acortar los plazos de entrega.
Les doy el ok, sin ninguna duda ni sospecha.
Por mi conveniencia, quedamos en hacer el pago en dos
transferencias: una desde la cuenta de mi mujer, y un ingreso en efectivo con
un dinero aportado en metálico proveniente de una ayuda familiar.
Una vez efectuado el primer ingreso, me llaman del
concesionario y me dicen que, si no me importa, reserve 500 euros del total del
pago para entregárselos en metálico en el concesionario en el momento de la
entrega del coche. Me dicen que haciéndolo así les hago un favor porque pueden
ahorrarse el impuesto de matriculación del navegador. La petición me parece un
poco extraña, les pregunto si no afectará a la garantía del navegador y me
dicen que no, que me lo facturan aparte para que puedan ahorrarse el impuesto
de matriculación, me lo piden como favor personal por el ahorro que a ellos les
supone. Accedo a hacerlo como gesto de buena voluntad por mi parte, y porque
obviamente no se me podía pasar por la cabeza lo que sucedería a posteriori.
Una vez hecho el ingreso quedo a la espera de la
confirmación de la llegada del coche, que según me aseguraron, sería a
comienzos de la semana siguiente.
A finales de la semana posterior recibo una llamada del
comercial de Turiscor diciéndome que el coche ha llegado, que procederían a
instalar el navegador y que podría ir a recogerlo al día siguiente. Ese mismo
día, por la tarde, recibo otra llamada del concesionario diciéndome que el
modelo de navegador que les habían suministrado era el correspondiente a la
versión anterior del Kia Carens, y que desgraciadamente, no iban a poder
entregarme el coche con navegador. Me dieron la opción de hacer la entrega en
dos semanas (que es lo que supuestamente tardaría el nuevo navegador que ya se
habían encargado de pedir), o bien ir a recoger el coche y llevármelo sin
navegador. Opto por la segunda opción, entre otras cosas porque ya me había
encargado de solicitar al seguro la baja del coche que iba a entregar, con el
que me desplazaría hasta Córdoba, comenzando ésta en el día que me habían
confirmado de entrega.
Expreso mi queja por el contratiempo, ya que me suponía
tener que volver a Córdoba para la instalación a posteriori del navegador.
Desde el concesionario me ofrecen la posibilidad de hacer la instalación en
Huelva para evitarme el desplazamiento, posibilidad que acepto. Me aseguran que
el nuevo navegador llegaría en dos semanas, y que a su recepción lo remitirían
a Huelva para proceder aquí a la instalación. En un principio me dijeron que la
instalación se haría en Chevrolet, marca que también gestiona el gerente de
Turiscor; les pregunto si no sería más normal hacerlo en Kia Huelva y me dicen
que no me lo aconsejan porque no les va a gustar el hecho de que les hayan
“robado” una venta desde Córdoba. En cualquier caso, me aseguran que, a efectos
de garantía, constaría como que la instalación se ha hecho en el concesionario
oficial.
Un mes después me llaman informándome de que ha llegado el
navegador, y que finalmente la instalación será en Moguer. Protesto ante este
hecho porque no era lo acordado, y desplazarme a Moguer para el montaje del
navegador me suponía perder una mañana entera de trabajo. No obstante, y con la
intención de dar por terminado el trámite, me desplazo a Moguer para completar
la instalación.
Tras pasar la mañana en Moguer mientras el taller completaba
la instalación, procedo a la recogida del coche, y compruebo que el navegador
no funciona. Se escucha la radio pero no cargan los mapas, ni responden los
controles desde el volante, ni el usb, ni las funciones de reconocimiento de
voz. El instalador de Moguer me asegura que la instalación está bien hecha, y
que no sabe qué es lo que puede fallar.
Ya por la tarde llamo a Turiscor para informarles de lo
sucedido. Se ofrecen a buscarme una solución pero no me dan plazo ni fecha
concreta, por lo que decido que lo más rápido y efectivo será ir a Córdoba a
que ellos me hagan la instalación, a pesar de los inconvenientes asociados a
este nuevo desplazamiento: pérdida de horas de trabajo, gastos de
desplazamiento, etc. Ellos coinciden en que es la mejor opción, así que decido
ir a Córdoba al día siguiente de la malograda instalación de Moguer.
Una vez en el concesionario, el comercial responsable de la
venta se ofrece a acompañarme al taller donde revisarán la conexión. Yo me
extraño ante el hecho de que no sea el propio concesionario el que realice el
trabajo, pero me aseguran que es un taller asociado, y que el procedimiento
siempre se realiza así.
Ya en el taller comienzan a revisar la instalación del
navegador, y me aseguran que es cuestión de configuración del software, y que
se puede solucionar. Se ponen a ello y me avisan cuando está arreglado.
Al ir a
probarlo compruebo que los controles al volante funcionan, y que los mapas del
navegador cargan, pero observo que las funciones de reconocimiento de voz no
responden. Le comento el tema al instalador y me dice que con la instalación
del navegador esas funciones quedan automáticamente anuladas. Ante mi asombro
le pregunto que cómo es posible, que las funciones de reconocimiento de voz me
son muy útiles y que no tiene sentido que la instalación del navegador suponga
una merma de una de las funciones básicas que trae el coche de serie. Me dice
que eso es así, que es compatible en todo menos en eso. E intenta convencerme
de que la función de reconocimiento de voz es una tontería poco útil.
Obviamente discrepo, e insisto en que para mí son más que útiles. También
observo que el USB tampoco funciona, y el instalador se ofrece a mirarlo.
Dejo el coche en el taller, e indignado, y sospechando que
hay gato encerrado, vuelvo al concesionario. Hablo con el comercial, el cual
también pretende convencerme de que la función de reconocimiento de voz es
superflua y prescindible. Solicito hablar con el gerente para exponerle el
caso. Le comento que si decido comprar el coche con navegador es para añadir
funciones, no para restar, y que sospecho que el navegador que me han puesto no
es el de fábrica, ya que dudo que un coche con un navegador montado en fábrica
salga con la función de reconocimiento de voz capada. Ante este comentario
consultan un catálogo del Kia Carens para ver si en las fotos que muestran
modelos con navegador se encuentra presente el botón de reconocimiento de voz,
y obviamente, como era de esperar, sí que estaba.
Ante lo evidente decido que no quiero ese navegador, y que
procedan a la desinstalación del mismo. Pero la tarde ya está muy avanzada, en
el taller están ocupados con otros trabajos, y el gerente me convence para que
me lleve el navegador y le dé una oportunidad, comprometiéndose a solucionar el
problema y a aportarme una solución válida y satisfactoria.
Al ir a recoger el
coche al taller en el que me habían revisado la instalación del navegador, pregunto
si han conseguido hacer funcionar el usb, y me dicen que sí. La solución que me
dan es conectar mis dispositivos usb a través de un cable que va desde el
navegador hasta la guantera. Nuevamente indignado, paso de nuevo por el
concesionario para enseñarle al gerente la “cutrez” del apaño. Éste vuelve a
comprometerse a resolver el problema a la mayor brevedad posible.
Esa misma noche, al llegar a casa, indago un poco en
internet acerca de navegadores para el Kia Carens, y encuentro que a través de una
página de venta directa de China se vende el navegador que me han puesto, que
obviamente, dista mucho de ser el navegador oficial que Kia monta en fábrica,
que es el que me habían asegurado que me montarían.
Mi indignación crece por momentos, ya que en ese momento
comencé a ser consciente de que había sido víctima de una estrategia de venta
deshonesta por parte de Turiscor. El descuento que me ofrecían sobre el precio
presupuestado en Huelva (según ellos por necesidad de vender en ese mes para
cumplir objetivos comerciales) no era tal. Me ofrecían un navegador oficial
idéntico en características y en garantía al que montan en fábrica, cuando en
realidad montan un navegador que, en el mejor de los casos es compatible (en mi
caso ni eso).
Sospecho que al ser el primer Kia Carens modelo 2013 que
venden con navegador, pensaban que podrían encontrar un navegador de alguna
marca compatible y con un precio mucho menor al original, y lo cierto es que,
de no ser por la incompatibilidad del navegador con la función de voz, lo más
probable es que yo hubiera caído en la trampa y me habría conformado pensando
que el navegador instalado, a pesar de su pobre apariencia, era el navegador
oficial, y ahí habría acabado la historia.
Escribo a Turiscor expresándoles mi profunda indignación,
renunciando al navegador instalado y reclamando la reinstalación de mi antigua
consola. Me llaman comprometiéndose a realizar la desinstalación y posterior
montaje del panel antiguo y a facilitarme que esta vez sea en Huelva. También
muestran total predisposición a dar solución al problema del navegador, me
dicen que han iniciado los trámites para la búsqueda del navegador oficial, y
que me mantendrán informado. Yo les insto a que encuentren una solución rápida
y efectiva al problema.
Dos semanas más tarde me llaman del taller de Córdoba para
proceder a la desinstalación del navegador. Me dicen que no puede ser en Huelva
como habían prometido en un principio, y que de nuevo tendría que ir a Moguer.
Llegado a este punto, y con la intención de ir quemando etapas lo antes
posible, paso por alto el nuevo inconveniente y paso otra mañana en Moguer
mientras me realizan la desinstalación.
Ya sin navegador, quedo a la espera de noticias por parte de
Turiscor. Tras un par de semanas sin saber nada de ellos les llamo y me dicen
que están realizando las gestiones para encontrar un navegador oficial, que es
un proceso lento que requiere tiempo. Me dicen que no me preocupe, que ellos me
llaman en cuanto tengan algo.
Tras otro par de semanas sin noticias del concesionario
vuelvo a llamar, y me dicen que el navegador oficial no se puede comprar de
forma independiente, pero que no me preocupe, que están buscando la forma de
poder conseguir uno diciendo que tienen un cliente al que le han robado el
navegador para que así la marca esté obligada a suministrarles uno. Yo no salgo
de mi asombro, y pienso en cortar por lo sano y denunciar el caso, pero el
gerente apela a “un pacto entre caballeros” y se compromete a encontrar una
solución satisfactoria.
Tras semanas sin recibir noticias, vuelvo a llamar. A todo
esto, indicar que han sido muchas las respuestas a mis llamadas con frases como
“el gerente está de viaje, le digo que te llame mañana sin falta” sin
devolución de llamada en ninguna ocasión por parte del concesionario (o tal vez
en una).
La nueva respuesta es que la estrategia del navegador robado
no sirve porque es necesario una preinstalación en fábrica, pero que están
consultando el tema con “el delegado” para encontrar la forma de que yo tenga
el navegador oficial.
El pasado lunes, tras otro par de semanas sin noticias del
concesionario, les volví a llamar. Me dijeron que el miércoles se reunían con
el delegado y que ese mismo miércoles me llamarían. Por supuesto, y como era de
esperar, no me llamaron, así que el jueves les llamé por la mañana para ver
cuál era la situación. Me dijeron que me llamarían por la tarde, obviamente no
lo hicieron, así que a última hora les volví a llamar.
Hablé con el gerente, que me dijo que desgraciadamente no
había ninguna forma de conseguir el navegador oficial para ser instalado en mi
coche, que lo habían intentado de todas las maneras posibles sin éxito, pero
que seguían buscando una solución. Yo ya me planté y le pregunté que qué
solución podía haber si ya han agotado los recursos, y entonces él me dijo que
mirara “otra cosilla”, que si unas televisiones para los asientos de atrás, o
cualquier otro accesorio que pudiera gustarme. Yo no salía de mi asombro,
claro. Obviamente le dije que esa no era una solución válida para mí. Él me
preguntó cuál sería la solución que me contentaría. Le dije que llegado a este
punto no había ninguna solución que me dejara contento, porque yo había
comprado un coche con NAVEGADOR OFICIAL y tengo un coche sin navegador, y sin
posibilidad de adaptarle uno, ya no oficial, sino compatible. Le recuerdo el
engaño que he sufrido por parte del concesionario pero él se escuda en que
tengo un coche pagado con una factura correspondiente al importe que aboné, y
donde no consta en ningún lado ninguna referencia al navegador. Es aquí donde
tengo que reconocer que el engaño ha sido bien perpetrado.
Insisto en que llegado a este punto no hay solución
satisfactoria para mí, pero que, teniendo en cuenta que el precio del extra del
navegador oficial es de 1500 euros y que de los 19500 euros que yo pagué por el
coche (obviamente no llegué a pagarles los 500 euros que me sugirieron pagarles
en metálico) 1000 euros correspondían al precio del navegador, tendrían que
devolverme al menos esos 1000 euros para que el ahorro con respecto a lo que me
hubiera costado comprarlo en Huelva fuera de esos 700 euros que me ofreció el
comercial.
Me dice que esto no es posible, porque devolverme esos 1000
euros supondría perderle dinero a la venta. Yo le digo que si eso es así, que
hubieran sido honestos desde el principio y no me hubieran engañado diciéndome
que me entregarían el coche con el navegador oficial. El gerente llegado a este
punto me dice que él no sabe lo que me dijo el comercial, y en ese momento yo
doy por finalizada la conversación, me despido y decido hacer lo que debería
haber hecho desde un principio, poner el caso en conocimiento de la marca KIA.
En resumen, el concesionario ha utilizado unas técnicas que
no dudaría en calificar como mafiosas para conseguir la venta de su vehículo.
Me fue ofrecido un descuento de 700 euros justificado por una supuesta
necesidad de alcanzar objetivos de ventas mensuales o trimestrales, cuando en
realidad estaban ampliando el margen de ganancias gracias a instalar un
navegador con un precio menor a 500 euros cuando al cliente, yo en este caso,
se le hace creer que se le instala el navegador oficial con su coste
correspondiente de 1500 euros.
Supongo que lo hacen amparados en la total compatibilidad de
algunos de estos navegadores que hace que el cliente no repare en si el
navegador que se le ha instalado en su coche es el oficial o no. En mi caso, al
no haber sido posible esa total integración o compatibilidad del navegador con
las funciones básicas del coche, me fue posible reconocer el intento de engaño.
El concesionario se cuida de no dejar huellas de estas
prácticas malintencionadas, ya que en la factura oficial emitida no hay alusión
ninguna al navegador. Pidiéndome que, como favor personal, les pagase 500 euros
en metálico al margen de la transferencia, se aseguran que el precio de la
venta no supere el precio estipulado del coche, pudiendo emitir una factura en
la que aparece sólo el concepto de venta del vehículo, sin ningún extra o
equipamiento añadido.
Considero que los hechos narrados son los suficientemente
graves como para que el asunto llegue a oídos de responsables de la marca e
inicien un proceso de investigación de lo ocurrido. Espero una respuesta
contundente por parte de KIA que consiga
paliar, de algún modo, los agravios a los que me he visto sometido con el
proceso de compra en uno de sus concesionarios oficiales.
Mi intención, y mi obligación moral llegado a este punto, es
la de iniciar una campaña de difusión de los hechos acaecidos en medios de
comunicación y redes sociales, entendiendo que los afectados como consecuencia
de estas acciones serían los responsables del hecho acontecido, sin perjuicio
para la marca. Mi intención es que estos hechos no vuelvan a repetirse y que no
haya más afectados por prácticas tramposas como las ejercidas por este
concesionario. No obstante, no iniciaré esta campaña hasta conocer el modo en
que KIA Motors Iberia gestionará este asunto, esperando que la respuesta por
parte de la marca sea lo suficientemente satisfactoria como para, por mi parte,
poder dar por zanjado este conflicto.
Sin más, y a la espera de su respuesta, reciban un cordial
saludo,